La tarde del jueves 10 cayó una leve llovizna sobre San Ignacio, asentando el polvo reciente debajo de los aleros y en el patio de la vieja casa. La noche llegó mientras terminaba el aburrido telenoticiario de siempre. El compadre, que se acuesta temprano, dijo, de repente: _ hay hartas estrellas esta noche, mañana va a hacer un solísimo _ sin pensar tanto en su predicción como en su extrañamiento ante lo natural, esperé que todos apagaran las luces para asomarme por la azotea al cielo oriental, donde no molesta a la vista los lejanos destellos de las luces de la carretera.
El espectáculo era abrumador. Miles de estrellas parecían estar a mi alcance con solo alargar mi mano anhelante. Hacia el norte y el sur me extraviaba en las escasas constelaciones básicas conocidas que empezaron a revolotear en mi corteza visual. En ciertas zonas no veía los puntitos titilantes, sino manchas lechosas que un ojo no estrenado confundiría con nubes. Comprendí que cada una de esas nubes estaban formadas por miles, decenas de miles de estrellas que estaban fuera del alcance de mi retina, pero no de mi imaginación. De repente me sentí tan pequeño, el ser más pequeño asomándome por una minúscula ventana al misterio más grande y me dije: Si Dios no existiera, habría que inventarlo para que se justifique la existencia de esta maravilla.
Pensé en un universo que revive constantemente un mismo instante. Cómo_ pensé_ estas estrellas que emitieron ese rayito de luz hace 20, 50, 100 años pervivirán en mi memoria. ¿ Como son en este momento o como son en esta vieja fotografía tomada hace tanto tiempo? ¿Qué es éste momento? no veo las estrellas sino una imagen que se perdió quizás ante que yo naciera . Puede ser que en unos de estos rayos llegue pasado mañana una supernova que arrase con nuestro planeta. Apenas soy (seremos) un grito que pronto se perderá en el vacío.
Salí de la ensoñación que aquella miríada de estrellas había provocado a mi espíritu. Regresé a mi blando lecho. El otro día, un fuerte sol sofocó a los trabajadores del cantero.
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