17 de agosto de 2011

Ruralidad y poder político. I

¿Qué entendemos por poder político? Podríamos decir que es el poder detentado por un grupo determinado de la sociedad que administra los recursos públicos. Los regímenes tiránicos permanecen en el poder político a través de prácticas ilegales o antiéticas, usándolo para su beneficio personal. En una democracia, en cambio, existen elecciones periódicas para designar quienes se harán cargo del poder político. Las  Constituciones en general y las leyes electorales en particular, permiten o deberían permitir que cualquier miembro de la sociedad, con suficiente capacidad, pueda acceder a este encargo. Esta entrada intenta demostrar que, lo que yo llamo geopolítica rural, incide para que la población  campesina no pueda acceder al poder político y que esta realidad termina por afectar otros ámbitos como la seguridad alimentaria y el ambiente.

Los campesinos de la zona no delimitada de Manga del Cura, territorio de 1000 km2, no cuentan con representación política. Cuando necesitan  una obra emergente, acuden hasta Portoviejo, a casi 200 km de distancia, donde las instituciones seccionales no les prestan la atención debida, al no influir electoralmente, ya que, en la zona en disputa no se elige dignatarios seccionales.

Los comuneros de la zona donde se asienta la represa la Esperanza , en el cantón Bolívar, de Manabí, siguen perteneciendo a la parroquia Calceta, cabecera cantonal, ubicada al otro extremo de la geografía local. En los planes de desarrollo local que exige el nuevo Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización (COOTAD) existen confusión entre el alcance del ámbito geográfico de cada una de las parroquias rurales Membrillo y Quiroga. El único concejal rural del cabildo de Bolívar vive en la primera de ellas. Ninguno  de los siete que lo conforman vive en el campo.


Los habitantes de Río Grande, tributario del Chone, están en el ojo del huracán en las últimas semanas. Ellos se oponen a la construcción de un embalse que inundarán sus predios agrícolas, donde se cría el ganado y la tierras da sus frutos desde hace un siglo y más. Organizados en un Comité Central que aglutina los intereses y desvelos de 1500 familias campesinas, no reciben el respaldo de los concejales y alcalde de Chone pero sí los denuestos del presidente Correa que trata de minimizar su protesta. Río Grande no tiene representación política, jurisdiccionalmente pertenece a la parroquia urbana Santa Rita.

Reclamos en Río Grande de Chone.

Tres casos, tres ejemplo locales de una situación que se repite allá y acá tanto en la geografía nacional como fuera de nuestras fronteras:  La población dispersa en el campo no tiene poder político y a medida que la población rural se siga yendo a las ciudades, esa situación se agravará.
El hecho preocupante es que, aparte de los ambientalistas, solo el campesino ve al campo como intrínsecamente unido a la especie humana. Para quien ha nacido y crecido en ese ambiente, ese es su hogar, esa es su vida. Los desarrollistas, funcionarios, inversores agrícolas o forestales sólo ven al campo como algo del cual obtener recursos o en términos mas sonoros, explotar. El peligro es que, si son ellos que detentan el poder político, ¿Cómo puede incidir el campesino sobre el futuro de su tierra, de su paisaje, de su agua?
Cuestiones que poco a poco vale dilucidar (y discutir con ustedes, amables lectores) en estas líneas.




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